Autora: Mari Carmen López Palomo.
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Descripción del lugar
Dentro de la provincia de Sevilla, en la localidad de Carmona y en lo alto del monte del Picacho, donde todo lo que alcanza la vista es histórico, se encuentra una torre que ha presenciado los suicidios de los vecinos de este pueblo.

Historia de Carmona
Para conocer un poco de la historia de Carmona, nos tenemos que remontar al Paleolítico, aunque son más abundantes los restos del periodo Neolítico y Eneolítico de entre los cuales debemos destacar los “vasos campaniformes” del Acebuchal, los cuales fueron hallados gracias a los trabajos de excavación realizados por el arqueólogo Jorge Bonnsor.
A partir de un núcleo turdetano, se desarrollaría una colonia cartaginesa de gran importancia, de cuya etapa se conservan algunos restos de murallas en la Puerta de Sevilla. Carmona será conquistada por el Imperio Romano en el año 206 a. C., convirtiéndose en uno de los núcleos urbanos más importantes de la Bética, ya que fue rodeada por un gran “recinto amurallado”; acuñó moneda; obtuvo la “categoría de municipio” perteneciendo al convento Jurídico Astigitana y quedando adscritos sus habitantes a la tribu “Galería”.
El trazado de la ciudad, que se realizó sobre el de la población cartaginesa, todavía percibe en la actual Carmona, sobre todo el Cardo Máximo, que iba desde la “Puerta de Sevilla” a la de “Córdoba”. De esta época los restos arquitectónicos y escultóricos son de gran importancia, sobre todo la Necrópolis, aunque también se conservan restos de la época visigoda.
El poder de Carmona no decae en época musulmana, ya que llegó a ser capital de uno de los reinos de Taifas en el siglo XI. Los árabes reformaron su sistema defensivo y la embellecieron con notables alcázares, mezquitas y otros notorios edificios.
La conquista llegó en 1247 con Fernando III “el Santo”, quien repobló la ciudad y la dotó de fuero, después su hijo, Alfonso X el Sabio delimitó su territorio municipal. Pedro I “el Cruel” la otorgaría de favores, residiendo frecuentemente en ella, y engrandeciendo y transformando el Alcázar de la Puerta de Marchena para residencia real. Aquí se refugiaron sus hijos, defendidos por Martín López de Córdoba, maestre de Alcántara y Calatraba, tras la violenta muerte del rey en Montiel. En el siglo XV, durante los reinados de Juan II y Enrique IV, la ciudad fue fuertemente afectada por las luchas entre las casas nobiliarias de los Ponce de León y los Guzmán. En 1630, el rey Felipe IV le concede a Carmona el “título de Ciudad”.

La torre del Picacho
La Torre del Picacho fue construida a mediados del siglo XIX, formando parte del proyecto del coronel del Estado Mayor don José María Mathé Aragua, de la construcción de la red telegráfica de Andalucía. Un proyecto muy tardío, que hizo que solo estuviesen en funcionamiento unos 13 años (1844-1857), debido a que en Europa en el momento de establecer este proyecto, ya se conocía la telegrafía eléctrica.
En 1990 la empresa de telefonía Telefónica, decide restaurarla y aprovechar sus proximidades para instalar unas antenas de telefonía. Pese a esta restauración, la torre se encuentra a día de hoy en estado de abandono.
Nos encontramos ante una torre de comunicación, construida a modo de fortaleza, con la idea de garantizar su propia seguridad, y la no interrupción de las comunicaciones en casos de conflictos.
Se puede observar que está construida con una base en talud, que está dotada de tres aspilleras para la colocación de fusilería en cada lado. La torre consta de tres plantas.
En la primera planta se encuentra la entrada de acceso a esta. Algo a destacar de esta entrada, es que la puerta no se realiza a nivel del suelo, sino que se encuentra en una altura superior, lo cual ayudaba a mantener más protegido el interior. Debido a este desnivel, el operario accedía al interior de la torre mediante una escalera de madera que después era recogida por este y guardada.
Mediante unas escaleras se accede a la segunda planta, en la cual podemos observar que hay una ventana en tres de sus lados, y desde este piso se accede a la tercera y última planta, donde se encontraba ubicado el telégrafo.
Estas torres de comunicación se encontraban ocupadas por unas cuatro personas, las cuales se encargaban de estar pendientes de la torre que tenían como precedente y la posterior. Comprobando con ello que se encontraban en posición de “atención”. Estas personas se encargaban de copiar los mensajes que les venían de la torre anterior, pero no conocían el significado de estos.
