Autora: Mari Carmen López Palomo.
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Descripción del lugar
En la carretera que se dirige desde el municipio de Utrera (Sevilla) hacia Jerez de la Frontera (Cádiz) encontramos un poblado donde antaño muchas familias pasaron días prósperos y felices. Ahora, abandonado a su suerte y con miles de recuerdos a sus espaldas, espera que el paso del tiempo haga desaparecer lo poco que queda de otra época.

Historia del lugar
El Torbiscal
La dehesa del Torbiscal estaba comprendida entre las tierras comunales de la villa de Utrera, o ésa era la justificación que dio el Concejo en el pleito de 1572 que sostuvo contra su pretendido propietario, don Juan Núñez de Illescas.
En 1573, se reconoce la petición municipal y los tribunales fallaron a su favor, pero más adelante, se encuentra documentado que se produce el traspaso de la propiedad a Núñez de Illescas del primitivo dueño, el duque de Béjar.
Desde 1760 hasta 1830, estas tierras pertenecían al marqués de Castilleja del Campo, y a partir de 1830 y hasta 1892 pertenecerán a don García de Porres, conde de las Atalayas. A partir de 1892, estas tierras pasan a manos de don José Manuel de la Cámara Canaleta, y hoy en día pertenecen a la sociedad José Manuel de la Cámara, S.A.
El poblado del Torbiscal comienza a construirse cerca del cortijo que también lleva su mismo nombre, a finales de los años cuarenta, cuyo arquitecto fue el sevillano Antonio Delgado Roig, a quién se le atribuye el trazado del poblado y se cree que también los módulos que este tiene.
El poblado del Torbiscal tiene una estructura ortogonal, con el trazado de las calles a cordel, siendo más numerosas las que se orientan en dirección este-oeste, por lo que las manzanas son muy alargadas. Contaba con unas 150 casas y con importantes infraestructuras sociales.
En la calle principal nos encontramos con la iglesia, la cual a sus espaldas tiene un amplio parque. También podemos ver cerca de la entrada del pueblo el teatro, el cual podía albergar a unas 200 personas, la piscina, el consultorio médico, un centro social, la escuela, un economato, naves agrícolas, un hangar para la avioneta de fumigación, etc.

Contaba con 1.600 hectáreas de regadío y con unas 1.000 hectáreas de secano. Su producción era muy diversificada, ya que contaba con la producción de semillas, trigo, cebada, maíz, sorgo, remolacha, algodón, alfalfa, melones, sandías e híbridos de girasol. Además contaban con modernas instalaciones ganaderas, en las cuales se encontraban unas setecientas cabezas de vacas lecheras, retintas y charolais para líneas puras, cruces y para carne. Se encontraba también una pequeña fábrica de abonos, secaderos y talleres de mantenimiento del parque agrícola.
En su periodo de mayor apogeo, llegó a albergar a unas 500 personas, ya que contaba con una plantilla fija de unos 185 empleados y proporcionaba trabajo eventual a más de doscientas personas. Pero este auge de empleados comenzó a disminuir hasta llegar a encontrarse totalmente deshabitado. En el año 2000 contaba con unas 120 personas, y en el 2011 con solo 14.

En algunos sitios podemos encontrar descrito que el abandono se produce cuando se establece el periodo de jubilación de los empleados y estos no eran reemplazados por sus hijos. Bien porque se iban fuera en busca de otras oportunidades o porque no los contrataban en los puestos del Torbiscal.
En algún que otro foro de Internet, podemos encontrar diversas opiniones sobre este tema entre los antiguos habitantes, ya que unos acusan al propietario de poner en la calle con un camión de la mudanza a los trabajadores cuando se jubilaban. Otros, por el contrario, agradecen el plan de becas que se les otorgaba a los hijos de los empleados para que estudiaran fuera de este poblado.

Fuese de una u otra forma, el poblado del Torbiscal se encuentra totalmente abandonado. El actual dueño comenzó su derribo, pero gracias al Ayuntamiento de Utrera se pudo paralizar la demolición y de esta forma proteger el poblado y su singularidad arquitectónica.
Solo el derribo de una manzana completa, queda como el recuerdo de lo que se pudo haber perdido. Gran parte del poblado sigue en pie, pero sus construcciones están en bastante mal estado. Gracias a esta acción rápida se han podido salvar y proteger los dos edificios más valiosos del poblado, la iglesia y el teatro.