Autores: Eduardo Ortuño Pampin, Mari Carmen López Palomo.

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Descripción del lugar

El lagar o cortijo Los Almendrales, situado en el Partido rural que lleva su nombre, fue quizás el ejemplo más cercano de la comunión durante un periodo de tiempo de una clase social alta junto a la durísima vida agrícola de los entornos rurales.

Lagar de grandes proporciones, construido sobre uno bastante más antiguo y tosco. Se encuentra próximo a una antigua salida a la carretera de Málaga, pues está a pocos metros del túnel de Cerrado de Calderón de la autovía. Según la poca documentación de la que se dispone fue un edificio muy lujoso y de mucha actividad.

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Fig. 1. Estado del Cortijo los Almendrales en 2016. Fotografía Eduardo Ortuño.

La proximidad a la ciudad y el abandono total que sufre han hecho de lugar un amasijo de escombros irrecuperables que incluso hacen difícil su interpretación espacial.

En 1750 contaba con un pequeño lagar de poca producción, sin embargo sí que tenía una de las pocas almazaras de la zona con cinco pilones y seis trojes para las aceitunas. También es interesante mencionar que contaba 60 fanegas sembradas de cereal y con más de 2000 almendros en su finca. Del viejo lagar sobre el que parte la historia del edificio nos queda aún su torre de contrapeso, de buen porte aunque algo tosca. Sus vírgenes y el empiedro de la marrana todavía se puede encontrar entre la maleza.

También se conserva aún uno de sus arcos que dividieron en su día bodega y lagar de viga y algunos muros medianeros muy gruesos. Nada más nos ha llegado de este edificio original pues fue sustituido en gran parte por el molino de aceite posterior.

De las ruinas del edificio actual podemos deducir que en él se acometieron numerosas reformas a lo largo de los años. Sobre todo ampliaciones de una a dos plantas y la adaptación a la producción de aceites con la demolición parcial del lagar de viga y la construcción de una almazara con prensa hidráulica, bombín y molino con su empiedro.

Disponía de un patio interior con unas bellísimas arcadas de ladrillo macizo, una gran casa o señorío, capilla, cuadras, trojes, almacenes, gallineros, y una bonita terraza delantera desde donde se podía ver gran parte de la ciudad de Málaga.

Otro carácter muy destacable de este lagar son la cantidad y calidad de sus hidráulicas. Contaba con una larga conducción de casi un kilómetro de longitud que incluía alcubilla, albercas, atarjeas y un precioso acueducto con doble arcada que se conserva aún en muy buen estado.

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Fig. 2. Acueducto de doble arcada del cortijo Los Almendrales en 2014. Fotografía Carlos Sánchez.

El fácil acceso al agua y la buena climatología de la finca y la proximidad a la ciudad lo convirtieron en un lugar idóneo para captar el interés de algún ciudadano adinerado de la época que quiso establecer aquí su gran casa de recreo junto a sus tierras de labor.

Este edificio estaba altamente cargado de elementos decorativos como nos cuenta Manuel Muñoz en su libro »De viñedo a pinar»:

“Otras casas señoriales hubieron, como me consta de la de la Hacienda Almendrales, por haberlo comprobado hace ya bastantes años por amabilidad de quien era propietario, que los suelos de las partes nobles de la casa, incluido el de la capilla, ya arrancados, estaban cubiertos de bellos mármoles, con curiosas y afiligranadas grecas hechas con piezas del mismo material pero de colores diversos, importados, según aquel noticias, de Italia, en consonancia con los bellos artesonados formados en los techos de aquellas dependencias.”
“Constituta est domus omni vivendi”

Fig. 3. Fragmento del libro »El parque natural de los montes de Málaga: De viñedo a pinar» donde podemos leer como se describe cierta parte de decoración de la capilla.

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Fig. 4. Elemento decorativo representando un racimo de uvas en una puerta del cortijo Los Almendrales. Fotografía Álvaro Amaya Ríos.

Esta propiedad llego a tener incluso reloj de sol colocado sobre mármol blanco, como también lo tenían en su momento Los Casini, Las Parras, Los Muñoz, Jotrón, Pastelero y San Antonio Grande, lo que denota un alto poder adquisitivo por parte de quien vivía en ese momento en este lugar.

Historia familiar

Tenemos que indagar en el famoso Catastro de Ensenada mandado a realizar por Fernando VI en 1749 y que duró hasta 1756 para averiguar algo de la historia de este lugar y a quien perteneció. En dicho registro se comenta sobre la hacienda de los Almendrales lo siguiente:

“Situado en la Parroquia del Sagrario, consistía en una casa de campo distante media legua de la ciudad, con cocina, lagar de pisar, viga de mano, bodega con seis tinajas moriscas, todas de cabida de trescientas y sesenta arrobas, caballeriza y pajar, horno y despensa, dos salas altas y otra cocina.”“Constituta est domus omni vivendi”

Fig. 5. Fragmento del catastro de Ensenada Vol. 92, fol. 305 y 306. Datos proporcionados por Agustina Aguilar Simón.

Antes de 1750 no hay ningún registro de casi de ninguna propiedad, debido a que esto fue una encuesta a gran escala que se realizó en el reino de Castilla, para obtener datos sobre lo que realmente se estaba produciendo y los impuestos que se estaban pagando en cada lugar..

Según Agustina Aguilar Simón, estudiosa del catastro del Marqués de Ensenada, este cortijo en 1754 perteneció a Antonio Ponce de León, alférez de granaderos del regimiento de Milicias.

Entrando ya en el siglo XVIII, el cortijo del que estamos hablando, se pasó a llamar Cortijo Marmolejo, y su nuevo propietario, Francisco Casini, realizó numerosas reformas en él. Plantaciones nuevas, habitaciones, al lagar de pisar se  le añadió el molino de aceite, incluso contaba con un colmenar. También en esta época se erigió la capilla a la que dotó de tribuna y un altar. En ella se podían celebrar misas por bula pontificia, y en el patio del cortijo se colocó una fuente con tres caños.

A comienzos del siglo XIX el cortijo aparece como propiedad de Manuel Hidalgo, y como curiosidad sabemos que por estas fechas empieza a ser cabeza de partido rural, es decir, en este edificio se cobraban los impuestos y gestionaban otros asuntos administrativos.

Sobre su destino a lo largo del siglo XIX y comienzos del XX poco hemos encontrado que sea interesante, más allá de algunas ampliaciones y reformas que sufrió. Pero lo que sí es cierto es que cuando se abandona en estas últimas décadas su deterioro ha ido en aumento, quedando a día de hoy solo unos pocos muros. Es de los pocos casos de lagares que conocemos con patio central rodeado de arcadas.

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Fig. 6. Patio central del cortijo Los Almendrales, donde se puede observar los arcos. Fotografía Eduardo Ortuño.

Recientemente entraron en la finca y demolieron parte de los muros que quedaban para llevarse el empiedro del molino y la prensa de aceite.

Conclusiones

Creemos que el posible cambio de nombre, de Almendrales a Marmolejo, en la época en que Casini tomó posesión de dicho lugar, fuera debido al alto contenido decorativo en mármol que el lugar poseía. Prueba que pudimos corroborar in situ observando los restos de mármoles encontrados en el terreno.

Referencias

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